lunes, 4 de abril de 2011

Águila Imperial

De gran tamaño, el águila imperial ibérica  tiene unacoloración pálida y grandes manchas blancas en las zonas de sus hombros.
Situada especialmente en la península ibérica, allí vive durante todo el año en los bosques esclerófilos del mediterráneo, pudiéndose encontrar pastizales, matorrales y riachuelos.
Se alimenta de conejos como gran parte de su dieta, pero en caso que haya escasez del mismo, el águila imperial puede tomar como presas a gansos, reptiles y patos; en temporada invernal, práctica la metodología de alimentación carroñera.

Los principales depredadores de el águila imperial ibérica son los zorros u otras a veces rapaces de mayor fuerza; aunque fundamentalmente el descenso alarmante de la especie se debe a la caza ilegal, la destrucción del hábitat y la electrocución por implementación de tendidos eléctricos.
Otra fuerte problemática que provoca grandes decesos en cadena es la expansión de la mixomatosis u otras epidemias en los conejos quienes transmiten esta enfermedad cuando son devorados.

Las causas de esta disminución son varias. A mediados del siglo XX, los ganaderos eliminaban esta especie, junto a muchas otras rapaces, pensando que se trataban de un peligro para los rebaños, aunque sólo se habían observado ataques ocasionales contra patos domésticos. La Administración promovió el uso de veneno, a través de las llamadas “juntas de extinción de animales dañinos”, y así, a finales de los setenta quedaban unas 50 parejas. No obstante, estas prácticas se declararon ilegales en 1983, lo que permitió una cierta recuperación de los grandes carroñeros, entre ellos el Águila imperial. Sin embargo, el uso de cebos envenenados sigue siendo una práctica habitual, lo que causa, desde mediados de los noventa, casi la mitad de las muertes conocidas de águilas imperiales por causas no naturales en España, según datos de diversas organizaciones ecologistas. Asimismo, el aumento de los tendidos de alta tensión, el desarrollo urbanístico y la ampliación del tráfico o la extensión de la mixomatosis y otras epidemias sobre el conejo, su principal alimento, han conducido a la preocupante situación actual.
Las primeras medidas de protección llegaron a mediados de los 60, gracias al trabajo de naturalistas como Félix Rodríguez de la Fuente. Por su parte, el esfuerzo de conservación del Gobierno español ha conseguido que la población del Águila imperial se haya duplicado desde principios de los 90. El Ministerio de Medio Ambiente cuenta con una Estrategia de Conservación que incluye medidas para la disminución de la mortalidad por electrocución, venenos y disparos; la conservación de áreas con conejo abundante, o la concienciación de propietarios y gestores de fincas. Asimismo, en Andalucía se vienen realizando diversos programas para la recuperación de esta especie, como la repoblación con crías de esta especie o la colocación de dispositivos para evitar la electrocución de estos animales, promovidos por la Junta de Andalucía y el Gobierno central, con la colaboración del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Asimismo, desde principios de los 90 se ha observado que el 70% de los pollos nacidos son machos, por lo que también se ha puesto en marcha un plan para aumentar el número de hembras.
Por su parte, las organizaciones conservacionistas españolas desarrollan diversas iniciativas para intentar proteger y recuperar estos animales amenazados, como el “Programa Antídoto”, para evitar el uso de los cebos envenenados. La Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) ha advertido de que en los últimos tiempos se ha abandonado el mantenimiento de las protecciones de tendidos eléctricos y de que en las nuevas líneas no se colocan revestimientos, lo que provoca el aumento de la mortalidad por electrocución, una de las principales causas de la mortalidad de esta ave, junto a la colocación de cebos venenoso.

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