Desde hace unos treinta años se viene anunciando la regresión de la especie. La crónica de la foca monje es la de una extinción anunciada. Mientras tanto, la población ha ido disminuyendo dramáticamente y ha desaparecido de las costas españolas ante la incapacidad e indiferencia de nuestra Administración y de sus técnicos, que nada han hecho por evitarlo.
Son varios los factores que han causado la regresión de la especie:
- La persecución por el hombre
- La contaminación del Mediterráneo
- La presión humana sobre las costas
- La sobrepesca y el agotamiento de los recursos
Este maravilloso animal fue siempre considerado por los pescadores como una bestia dañina que agotaba los recursos pesqueros y destrozaba las artes de pesca. La mayoría de las informaciones que se tienen sobre la especie en este siglo, hacen referencia a acciones de caza de ejemplares.
Los trabajos de recuperación
Ante tan desolador panorama, consideramos las medidas y trabajos de recuperación y nos preguntamos si la especie tiene posibilidades de recuperar su estatus pasado o, al menos, de conservarlo. Hace unos veinte años se constituyeron los primeros grupos de trabajo para estudiar la biología de la especie y tomar medidas encaminadas a su protección y recuperación.
Abordar en un reportaje como éste las posibilidades de recuperación de la foca monje, de una manera concreta y abreviada, es difícil debido a la complejidad. El principal obstáculo para establecer medidas generales encaminadas a la recuperación de la especie, consiste en la divergencia de opiniones entre los distintos grupos de trabajo. Desde hace años se habla de cría en cautividad, traslado de ejemplares a zonas protegidas para establecer nuevos grupos de población, traslado de cachorros a centros de recuperación, etc.
Pero hasta la fecha no se ha podido hacer apenas nada, en parte por el desconocimiento que se tiene de la biología de este mamífero marino y en parte por una infranqueable barrera: el bajo número de ejemplares existentes. Esto hace que sea difícil predecir si es peor el remedio o la enfermedad: si se extraen ejemplares de uno de los grupos actuales, no existen garantías de no poner en riesgo al grupo poblacional donante.
Lo terrible es que nos encontramos en una lucha contra reloj. Mientras se especula sobre las medidas adecuadas, las poblaciones van mermando. Hace unos dos años, murieron en las costas del Sahara unos doscientos ejemplares debido a una marea roja. Aunque se debe a causas naturales, esta desgraciada mortandad puede llegar a ser un golpe de gracia si esta población no consigue recuperarse.
El presente y el futuro de nuestra foca monje son así de complicados si se analizan de manera realista. Las posibilidades de recuperación de la especie son mínimas. Y si se produce la extinción de la foca monje, con ella se irá un poco de nosotros mismos, de nuestra cultura, una parte importante de nuestro querido y tan maltratado Mediterráneo.
Resulta inevitable preguntarse si hay sitio en el Mediterráneo para el hombre y la foca monje. En el caso hipotético de que se recuperase su población, ¿sería posible la convivencia entre el hombre y la foca monje? Para hallar respuesta a esta pregunta basta con mirar a otras latitudes, como, por ejemplo, las costas californianas. En esta zona no sólo no se persigue a las focas y leones marinos, además, en los puertos de dichas costas veremos cómo el hombre ha colocado plataformas para que salgan del agua a descansar y solazarse.
Nos despedimos de este maravilloso animal, cuya población hemos masacrado, soñando con un futuro, tal vez imposible, en el que las focas monje de nuevo nadarán en las cristalinas aguas del Mediterráneo y se tumbarán en la arena de sus playas.
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